lunes, 24 de diciembre de 2012

El adiós

Sí, la razón se pierde cuando las formas te pueden. El cariño se olvida cuando las sonrisas cesan. Todo pasa. Todo cambia. Todo continúa su camino. Pero, mal que me pese, aquí sigo: con complejo de enamorada en un corazón que ya no late a tu ritmo. Mi alma sigue en trance y no la puedo despertar. El recuerdo de tu amor no se extingue en mi memoria, sino que se aviva cada día más. Hay cosas que mi mente desea que elimine, y mi inteligencia me achaca culpas que jamás sabré cómo enmendar, mas quisiera que, algún día, todo lo vivido se pudiera recordar sin traer dolor ni confusión.
Quisiera que nuestros días perduraran en el corazón, y no en una mente maligna que intenta causar odio y rencor hacia tu persona. Yo soy más que eso. Yo soy yo, y tú has sido parte de mi yo en un momento dado. Sin embargo, todo aquello que un día sentí por ti se va consumiendo de forma lenta e inexorable, como cayendo a un precipicio del que no se puede salvar la vida.
Todo pasa. Todo camba. Todo continúa su camino, al igual que tú. Tal vez sea mejor esto que nada. Tal vez, nos haya servido para madurar. Pero en mi alma aún queda la sombra de lo que un día sentimos el uno por el otro; la sombra de la sonrisa que mi corazón esbozaba cuando veía la tuya en tu rostro.
Todo pasa, todo cambia, y todo continúa su camino. Este es el final del nuestro, no del mío. Es el principio de algo nuevo, diferente. Algo que habrá que afrontar con sus consecuencias. Es el final de algo que se había dormido, tal vez, para no despertar. Así que, mal que me pese, para ser felices ambos debemos decir adiós al pasado, y saludar con alegría al futuro.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Once Upon a Time


¡Hola! Sé que he estado ausente mucho tiempo, pero he vuelto, y vengo con una crítica de la serie de televisión Once Upon a Time.



Título original: Once Upon a Time.
Título en español: Erase una vez.
Año: 2012
Categoría: Fantasía clásica.
Temporadas: Dos (por ahora).
Valoración: 10/10.

MUNDO: 
Los hechos se desarrollan entre dos mundos: el nuestro, y el fantástico. Todos los personajes de cuentos infantiles viven en un mundo aparte del nuestro, y en el cual la magia existe. La malvada madrastra de Blancanieves lanza un hechizo en venganza contra el amor de su hijastra y el Príncipe Azul, lo que hace que todos los personajes acaben con la memoria borrada en un pueblo de nuestro mundo llamado Storybrook, y del que no pueden salir.

SINOPSIS: 
Antes de que Regina (la bruja) desterrase a todo su pueblo a Storybrook, Blancanieves consigue salvar a su hija Emma, la que a la edad de los 27 conseguirá salvar a todos los personajes y que su memoria retorne.
Y la historia comienza cuando Emma (la hija de Blancanieves) llega a Storybrook al ser llamada por su hijo (al que dio en adopción y del que su madre es la madrastra de Blancanieves). Henry, el niño, sí que sabe la verdad, al igual que Regina, pero ella siempre se la niega y lo lleva al psicólogo (Pepito Grillo).
Y a partir de aquí ya no puedo contar más, ¡tenéis que verla!

PERSONAJES:
Aparecen una serie de personajes muy variopintos. Por ejemplo, los siete enanitos, Cenicienta, o mismísimo Rumpelstintsky, que en vez de ser un duende desarrollan su personaje como un hombre de unos cincuenta años y muy astuto. Bella, el Capitán Garfio (ya en la segunda temporada) y la Bella Durmiente.
Bella (la Bella y la Bestia) y Rumpestintsky.
Los Personajes Principales (izquierda a derecha): Pepito Grillo, la Reina Malvada, Henry, Emma, El Cazador, Rumpelstinstky, Blancanieves y el Príncipe Azul.


OPINIÓN PERSONAL:
Regina (la Reina Malvada).
Me ha parecido, sencillamente, perfecta. Los actores son brillantes, y el guión insuperable. Todas las historias que de pequeños nos emocionaron se entrecruzan y es como si, sin entrelazarse, ya no pudieran tener sentido. Los guionistas, realmente, son unos genios. No es posible expresar con palabras lo abrumadora que es esta serie de televisión. Yo misma tuve mis prejuicios, pero conforme empecé a verla sentía que me atrapaba cada vez más y más. Es una buena serie. Una de esas que te enganchan, que tiene buenos actores y, aunque los efectos especiales no sean tan asombrosos (ojo, no digo que sean malos), da a entender unas historias y unas intrigas espectaculares.
Blancanieves y el Príncipe Azul ante la cuna de Emma.
La trama es densa, pero no se hace pesada. Es una historia intrincada, donde cada uno trata de velar por sus intereses, aunque su moraleja es que el bien vence siempre.

Yo os animo a verla. Es espectacular, en serio. No hay más palabras para ser descrita. A todos los que os gusten los cuentos, u os resulten entrañables, TENEIS que ver esta serie.














domingo, 2 de diciembre de 2012

De miedos y vergüenza

Entonces le hablé. Fue como si se parara el tiempo.
Creí que no era real, que esas palabras jamás se habían deslizado por mi boca.
Acto seguido, se giró. Me miró. Contestó.
Y así, nació un lazo: un vínculo. Algo demasiado fuerte como para describirlo aquí.
¿Cómo un simple hola pudo ser el nexo entre nosotros y el destino? ¿Hasta qué punto el mundo está formado por casualidades?
En aquel momento descubrí que la vergüenza no hace más que dificultar el paso de lo que debe ser, por eso he aprendido a ser valiente, a superar mis miedos. Porque cada miedo que no ha sido superado son fallos en tu camino real.
Sé valiente, lucha por tus sueños. Comienza así algo que maque tu historia.

martes, 31 de julio de 2012

Océano

Océano. Peligroso amante. Enemigo ardiente. Conocido en el que aún no nos hemos adentrado. Antagonista de la razón, amigo de los sueños, e infiel compañero de amor. 
Aguas que acunan la irrealidad y la ficción, que nos llaman, y que nos envuelve con la embelesadora nana que canta con sus olas. 
Nos adormila. Nos hace perder la noción de la realidad para tenernos a su merced.
Nos confunde. Intenta causarnos curiosidad para que nos adentremos en él.
Y aún sabiendo todo esto, todavía sucumbimos al embrujo de sus turbulentas aguas verdosas. Al oír su llamada, acudimos desesperados al encuentro de la amante traicionera. Pero… ¿qué hacer? Somos piratas. En las venas no tenemos sangre, sino agua salada. El océano es nuestro, sin embargo, debemos pagar un alto precio por él. Acabamos por renunciar a todo lo que conocíamos, y huimos de nuestro antiguo hogar cuando el mar nos hizo hijos suyos. Por eso, cuando estamos perdidos… cuando nos faltan fuerzas para continuar, y nuestras esperanzas son pocas, debemos confiar en la marea. Pase lo que pase, suceda lo que suceda... ella nos llevará a casa.

sábado, 28 de abril de 2012

In Nominem Salieri



Despierta. Abre la mente. Agudiza los sentidos. ¿No lo ves? ¿No lo oyes? Es el fantasma de un hombre que intenta escapar de sus crueles leyendas. Es el eco de las notas que un día resonaron en la mente de un gran genio. Es el silencioso regreso de vaivenes melódicos y acompasados que se deslizan entre el viento y llegan hasta ti: hasta tu alma dormida… y pretenden hacerla despertar.
Tal vez, si observas más allá de estas palabras, e introduces tu imaginación en la Viena imperial… en esa Viena de calles paseadas por grandes compositores, y distinguidos hombres y mujeres vestidos con ricos y pesados atuendos, y ataviados con sus extravagantes pelucas de cabellos rizados, puedas encontrarlo. Está allí, en el interior del palacio; inclinado sobre su escritorio, con una hermosa pluma en la mano, y un brillo intensamente inteligente en sus ojos color miel.
Concentrado y atento a las notas que apunta en el papel, aprieta sus finos y ajados labios y adopta un semblante de seriedad tal, que lograría detener en seco incluso a aquel muchacho atolondrado y enfermizo con grandes dotes musicales, al que la gente conoce como Wolfang Amadeus Mozart.
Pero no estamos aquí para hablar de Mozart. ¿O tal vez sí? Su trabajo y su apasionado espíritu activaron sentimientos ocultos en la esencia pausada y detallista del compositor de cámara… Salieri.
No. No es de Mozart de quien pretendo hablar, sino de alguien a quien el supuesto enfrentamiento con él lo ha llevado a carecer de buena ventura en los relatos que han pasado a nuestros días.
Antonio Salieri. Él, con el marchito cabello, ya cano y lacio, cayendo ligeramente sobre su frente… con el arrugado entrecejo denotando intensidad  de pensamientos, y los pómulos, flácidos y rosados, manifestando su profundo ensimismamiento, reflexiona sobre las  notas que acaba de escribir en el papel. Frente a él hay tachones que indican cambios repentinos de pensamiento, lo que lleva a advertir que es un hombre un tanto impulsivo, aunque no carente de metódica.
Perfeccionista. Despabilado. Tal vez un tanto egocéntrico.
Pero no podemos juzgar sin saber, y realmente, lo que sabemos de él es, más bien, nada; no obstante, no me andaré por las ramas. Observa tú mismo a Salieri.
Cansado, se levanta de la silla rococó en la que está sentado y comienza a deambular por la estancia. La casaca negra que porta sobre los hombros impide que se distingan con claridad su chupa azul brillante y su camisa blanca, las cuales asoman tímidamente por un resquicio que su oscura vestidura ha dejado sobre su torso. En su pecho, aparte de la eufórica excitación que le ofrecen sus estrofas cada vez que las plasma en tinta negra, descansa, relajadamente, una cadena de oro que hace de colgante para un hermoso medallón.
Su retratista llega tarde, o al menos, eso intuye. Para asegurarse, levanta la vista hacia el reloj, y en efecto; está en lo cierto.
Vuelve a sentarse en su silla a esperar.
Y pacientemente espera, espera y espera. Luces y sombras juegan en su rostro como si fuese un juguete roto; algo que ahora, impensablemente, podría soñar con ser. Pero el destino es injusto. Severo. Cruel. El sino lo hará pasar a la historia como el pérfido asesino de genios y leyendas; como aquel malvado hombre que envenenó al más soberbio de los artistas.
Seguid mirándolo en silencio. No está bien perturbar la vida de un gran hombre con absurdas difamaciones a cerca de su persona, pues no sabemos si lo que dicen es cierto o no.
Sólo podemos tener una cosa por segura: que Salieri fue un gran hombre, y supo plasmar su alma en las melodías que compuso. Pero, hacia qué lado escapó la grandeza de su espíritu, es algo que nosotros jamás lograremos averiguar. ¿Fue tan buen amigo de Mozart como muchos dicen? ¿O, tal vez, sí que hizo sucumbir al compositor? Hubo luz en su alma… ¿pero acabó por apagarse? ¿Realmente, cuando se incriminó, ya senil y enfermo, en el manicomio, a causa del crimen cometido, gozaba de unos escasos segundos de lucidez?
¿Bondad o vanidad? ¿Amistad o envidia? ¿Tal vez demasiado presuntuoso, engreído y arrogante? ¿O puede que fuese todo lo contrario? De un alma manchada no puede surgir esa música celestial…
Salieri se presenta como actor secundario en la obra de una vida ajena a la suya, cuando todos deberíamos contar con el derecho a ser protagonistas de nuestra propia leyenda… el derecho a ser recordados por lo que fuimos, y no por cómo influimos en otro personaje.
¿Cómo resolver el rompecabezas de su personalidad? Es un misterio; un enigma; un arcón al que le falta la llave para abrirlo, y el cual está decorado con preciosos relieves y bonitas florituras doradas; sin embargo, sólo vemos el exterior… tan sólo un perfil de lo que realmente contiene.
Por ahora, Salieri no se preocupa por todo eso. Ajeno a su futura fama... ignorante de su venidera reputación… ve cómo el retratista llega. Se levanta de la silla; se saludan. Ambos hacen una breve reverencia inclinando sutilmente su cabeza frente al otro.
Y ahí, el artista abre el maletín de sus pinturas. Saca el cuadro, a punto de ser terminado, de un rincón de la habitación, y lo coloca en el caballete.
Acto seguido, comienza a hacer los últimos retoques. Sólo falta su firma, un título y una fecha.
Salieri se queda inmóvil frente al pintor, y deja que dé los últimos toques de color al cuadro.
¿Quién sabe lo que estará pensando en este preciso momento el italiano? Puede que ni siquiera esté pensando. Tal vez está dejando pasar el tiempo hasta que sepa en qué centrar su atención.
Unas últimas pinceladas hacen dejar el rostro de Salieri grabado en la historia, y con él, el trasfondo de una vida que nadie conseguirá descifrar.
Sus sentimientos, una absoluta incógnita. Su mente, la de un gran artista. Su paso por la Tierra, el de un sigiloso felino que llama la atención, básicamente, por el movimiento lento y reservado con el que se mueve sobre su escenario.
Un hombre. Una leyenda. Un misterio sin resolver.
Y entre medio, un cuadro. Una imagen que deja a la vista su rostro, para que, cuando los hombres de nuevas generaciones nos cuestionemos el por qué de su mito,  consigamos verlo a él, y bajo su semblante, en pintura oscura y marchita, encontremos el nombre de su personaje principal:
Antonio Salieri,
1825.
Por Joseph Willibrod Mähler.
Qué paradoja. El pasado de un gran genio eclipsado por la sombra de su propio devenir.

lunes, 16 de abril de 2012

Quedada de tributos valencianos el pasado 15 de abril

¡Hola, gentecilla! Pasaba por aquí para hablaros un poco sobre la quedada de FANS de Los Juegos del Hambre de Valencia que se dio el pasado sábado. ¿Qué decir? Fue la primera de todas, frente a la puerta de la Fnac. Después de saludarnos y conocernos todos (pues éramos unos 16), nos dimos una vuelta por el centro y fuimos a comprar las entradas para el ESTRENO de la película de del libro, que tiene lugar el viernes próximo (día 20 de abril).

Realmente fue una tarde estupenda. ¡Y yo pensaba perdérmelo! Me enteré por unas amigas de que iban a quedar y hasta el último momento estuve en la duda de ir o no. ¡Pero ahora considero que perdérmelo hubiese sido un pecado! Había muy buen ambiente entre todos, y pasamos una buena tarde en compañía más que grata.

Tenemos pensado organizar más quedadas como estas, así que os adjunto aquí el blog de las quedadas en valencia (del cual nos hacemos cargo el bloggero Nickrar_Dopi y yo, por ahora), por si algún valenciano pasa por aquí y se interesa en participar:

http://ljdhvalencia.blogspot.com.es/

También podéis seguirnos en twitter:


@LJDHValencia



Eso es todo por hoy, ¡un saludo!

miércoles, 4 de abril de 2012

La Nana de Ángela

"Tal vez sea hora de contar lo que verdaderamente sucedió."
La llama de la vela tintinea al lado del sombrío rostro de una muchacha de cabellos oscuros.
"Sé que ésta no es la forma más propicia de empezar una biografía, pero intuyo que debo contarla de este modo… No porque pretenda que creáis lo que me dispongo a relatar, sino por mi propio bien… y por el del secreto que pretendo confiaros."


La muchacha alza su rostro pálido y mortecino, acaricia con la mirada las letras escritas en el papel que tiene frente a ella, y recoge su pluma del estudio para volver a escribir.
"Primero, me gustaría decir que me llamo Ángela, y cuando me ocurrió esta increíble y trágica historia tenía poco más de dieciséis años… 
También me gustaría añadir que nunca abracé a mis padres. No tuve oportunidad."
La llama de la vela se apaga de improviso. Ángela se queda a oscuras el tiempo que tarda en coger las cerillas de la mesa y volver a encender la mecha para tener lumbre.
"Vivía con personas ajenas a mí; seres que se hacían llamar mi familia… mi padre y mi madre… pero no lo eran. Nunca lo fueron, y nunca lo serán. Gracias a esto aprendí que la vida es dura, y por consiguiente, me encerré tanto en mí misma que ya no sé ni cómo salir de mi propia cárcel de rencor. 
Estos seres que se hacían llamar mi padre y mi madre me criaron desde los nueve años en una gran mansión, en medio de un pueblecito cántabro llamado Comillas. Lo tenía todo: dinero, joyas, cócteles por las noches y partidas de tenis por el día. Pero no fui feliz… jamás.
¿Por qué, si lo tenía todo? Porque me faltaba el amor y el cariño de las personas que, supuestamente, me querían. Nunca obtuve una muestra de afecto por parte de mis nuevos padres, ni por los consanguíneos… pues murieron días después de que mi madre me diese a luz. Después de aquello me pasé mis nueve primeros años de vida de orfanato en orfanato, hasta que, un buen –o maldito– día, me dijeron que una familia adinerada y pudiente quería adoptar a una niñita de más o menos mi edad. Los trámites empezaron y acabaron en poco tiempo, y en un abrir y cerrar de ojos, la familia pudiente compró el Palacio del Marqués de Sobrellano y me trasladaron, junto con ellos, a vivir a aquella lujosa finca."
Ángela abre sus ojos grises y hermosos, y contempla la llama de la vela. Fuera, tras la ventana, un cuervo grazna, ufano, mientras se mofa de la imagen que presenta la muchacha escribiendo en su alcoba. Ésta no se inmuta; baja la mirada y sigue escribiendo.
<<La primera impresión constituyó para mí un sueño hecho realidad. Entré en aquel palacio de grandes losas de piedra e imponentes muros sólidos y grises, y no pude hacer otra cosa que llorar. “Tengo una familia”, me dije. “Una familia y una fortuna”, seguí pensando.
No puedo creer que en aquel momento fuese tan ingenua. 
A los nueve años esperas de la vida juguetes, diversión, amigos, y la aprobación de tus padres cuando dibujas una nueva obra de arte con tus lápices de colores.
Yo no tuve nada de eso. Es cierto que aquellas personas me presentaron a los niños de las mejores familias de la zona, y al principio todo iba bien: jugaba con ellos al escondite en el bosque del recinto de mi familia, cazábamos mariposas juntos e incluso llegábamos a pasar la noche saltando de cama en cama cuando nuestros “padres” estaban reunidos en el salón bebiendo Whisky y fumando cigarrillos finos. 
Pero pronto, las cosas empezaron a cambiar. No notaba el afecto que anteriormente había recibido… se esfumó como se esfuma el color de las hojas de los árboles en cuanto ven que el otoño se acerca.
Pasaron los años, y los niños maduraron. Ya no venían en compañía de sus padres, por lo tanto, yo estaba sola. 
Me hice huraña, reservada… antipática, hosca y estirada. No tenía amigos. No tenía familia. No tenía… a nadie. 
Pero un día, cuando cumplí los quince años, creí que una pizca de cariño había brotado del corazón de mis benefactores, que quisieron hacerme el obsequio de un pequeño colgante de forma ovalada. Tal dicha me embargó en aquel momento, que me lo puse a toda prisa y nunca me lo quité.
Aunque esto fue un error, después de todo. Ese colgante me ha llevado a la perdición. ¿Cómo?
Sólo sé que del pequeño colgante, un día brotó una melodía embelesadora… casi tan relajante como una nana. Así descubrí que no se trataba sólo de un mero colgante, sino de un pequeño carillón con una música que, por aquel entonces, denominaba yo como “la nana del otro mundo”. >>
Un grito ensordecedor desgarra el silencio en el que se sumerge la noche. 
-Ya empieza. Ya vuelve. Son ellos.
"Fue un error creer que me haría soñar."
Esas son sus últimas líneas. Ángela coge los papeles y los acerca a la vela. Cuando las llamas empiezan a lamerlos, los lanza a la cama y contempla cómo la habitación empieza a arder. 
Acto seguido, abandona el lugar.
Un segundo grito la deja sin aliento.
-Son ellos. Ya no están. Ahora sólo quedo yo. ¡Venid, espíritus, y conducidme hacia mi cruel y trágico destino!
Su suerte está echada. Hoy volverá al lugar al que pertenece. 
Con la mirada perdida, camina por el corredor dejando atrás el fuego, que cada vez se hace más y más fiero; más poderoso; más letal.
El mal acecha entre las sombras de la mansión. La llama. Desprende su propio candor y la adormecen, dejándola preparada y lista para ir al lugar que se le ha otorgado.
Baja la gran escalinata de piedra. Se recoge el camisón blanco con la mano. Va descalza. 
Su cabello negro y liso permanece quieto, sobre sus hombros. Su boca no esboza ni un ligero amago de sonrisa. Sus ojos… sus ojos delatan de qué está hecha su alma: de negrura. Está compuesta por los pérfidos retazos de un destino severo y cruel, el cual la obliga a despojarse de su cuerpo mortal y asimilar, de una vez por todas, que el mundo sólo puede ser mejor si los seres como ella son desterrados de él.
Llega a la planta principal, y se arranca el carillón del cuello. Lo mira un instante, y después, lo deja caer al suelo. 
Debe destruirlo. Nadie más puede saber de él. Jamás deben encontrarlo. El que intoxique su alma con esas notas diabólicas no tiene salvación. Debe volver al Infierno.
Es la esencia del mal. La canción de la perfidia. 
También es una nana, que conduce al espíritu a las entrañas del Averno y lo adormece en un siniestro abrazo traicionero. 
Las llamas empiezan a bajar por las escaleras. Ya no hay vuelta atrás. 
Ángela se da la vuelta, y ahí, durante unos breves segundos, es cuando su mirada se vuelve humana y una lágrima se escapa de ella. Pero al instante se torna pétrea de nuevo; insondable.
Deja la joya de su vida tirada en las frías losas del único hogar que ha conocido… hasta ahora. Porque, aunque lo lamente, sabe que esa nana le ha dado un lugar en el mundo. Un lugar de sufrimiento, de amargura, de desconsuelo. Pero un lugar, al fin y al cabo.
Las llamas llegan al primer piso, donde ella se encuentra. Ya no hay salvación. 
De pronto, el carillón se abre y empieza a sonar la música del Infierno. Ángela ve cómo una multitud de sombras se aglomeran a su alrededor.
Quieren llevársela. Es la última que queda con vida que haya oído la nana del mal. 
Las notas resuenan entre las paredes malditas de un lugar que se ha alimentado del pecado más mortal.
El fuego llega hasta la muchacha, y empieza a lamer su carne blanca. 
Ella grita.
Su cabello arde. El fuego se consume entre sus dedos, y le araña hasta que su sangre queda al descubierto. 
Cae arrodillada, presa del dolor. De sus ojos sólo quedan unas cuencas vacías. Comienzan a entreverse los huesos entre la carne quemada. 
Ángela ya no está. Su alma mancillada… su alma de diablo… ya ha sido devuelta al lugar al que pertenece. Y así, de la última bruja, de la última diablesa que pobló la Tierra… de la última dama del mal, sólo quedan sus huesos calcinados entre un mar de brasas, del que se esperó que borrara toda huella y rastro de maldad.
Pero el mal no se erradica tan fácilmente. ¿O acaso una simple muchacha pensó que lo lograría, si no se ha logrado ya en tantos milenios? El mal, al igual que el bien, es algo que vive con nosotros, y seguirá existiendo hasta el fin de los tiempos, pues no hay luz sin oscuridad, no hay vida sin muerte, y no hay amor sin odio. 
El carillón fue destrozado, pero no su esencia. Y en algún lugar del mundo, en otra era, otra persona escuchará de nuevo la nana… esa que durmió los sentidos de cuantos la escucharon, esa que es odiada y temida por todos…
…esa que nos seduce. Esa que nos induce a vender nuestra alma.
Esa que, aunque nos pese, es la encargada de que el mundo siga en pie, aunque lo destruya, pues crea un equilibrio y le permite existir al bien.

domingo, 29 de enero de 2012

¿Cómo se mide la amistad?

La amistad se mide por cada sonrisa regalada, por cada mirada cómplice, por cada caricia espontánea, por cada abrazo dado, por cada apretón recibido, por cada secreto guardado, por cada lucha acabada en risas, por cada ayuda prestada, por cada llanto consolado... por cada momento a solas, descubriendo que no sois tan distintos, y por cada sonrisa esbozada tras sentir que sois iguales.
La amistad pura, única, sincera y verdadera cuesta mucho trabajo encontrarla, sin embargo, es un premio por el que se debe estar dispuesto a luchar. Esa amistad, la que te hace reír y seca tus lágrimas... la que te coge, en privado, y te abraza con fuerza para protegerte de todo mal... esa en la que encontramos siempre una mano que aferra la nuestra, un beso en la mejilla, unas ideas comunes, unos pasatiempos similares... esa amistad, es digna de conservarla, mantenerla y cuidarla, como ella hace con nosotros.
Esa amistad es la que te obliga a estar constantemente pensando en decirle "te quiero", de la que nunca te separas (o, por lo menos, esa es la idea), y cuando estáis lejos, tus pensamientos van, directamente, a esa persona, porque te preocupas por ella.
Los amigos, dos almas en cuerpos diferentes; almas gemelas. Tesoros; las joyas de tu alma. Tu apoyo incondicional.
Tus seres queridos.

martes, 3 de enero de 2012

El Ángel Extermindor

Miguel. Rafael. Gabriel. Tal vez sepas de quienes hablo. Uriel. Remiel. Raguel. Zerachiel.
Todas estos nombres están relacionados entre sí. Son ángeles. Poderosos arcángeles de tres alas que bajaron a la tierra con una misión: ser los guardianes de los profetas; de los humanos y… de la vida en sí.
Es difícil no reconocerlos. Sus almas brillan con la luz más blanca y pura que uno es capaz de imaginar. Sus alas son las de grandes y majestuosas aves de plumaje suave y delicado. Sus ojos te miran como si fueses lo más importante de toda la creación y, lo cierto es, que ellos consideran que sí lo eres.
Los ángeles… Los ángeles son la raza más pura. La más cercana a Dios. Los ángeles son bondad, amor y pureza. Cariño; afecto. Los ángeles son sabiduría. Son vida.
No es fácil pensar en ellos como seres vestidos con atuendos negros y oscuros. Es más, seguro que doy en el blanco al decir que, en este instante, te estás imaginando a uno trajeado con una túnica blanca que le llega hasta los pies, ¿me equivoco? ¿Yo? Jamás.
Bueno, la verdad es que podría equivocarme. Pero no quiero. ¿Qué dices? ¿Qué este tío está chalado? Bueno… Llevo bastante tiempo entre humanos; tal vez me hayáis influenciado más de la cuenta… y no precisamente para bien.
Lo que lleva al punto de partida.
A que, sí. Es decir, sí que me he vuelto un poco loco con el paso de los años. Pero, muy en el fondo, sigo sabiendo lo que soy. Soy uno de ellos. Soy… ¿soy un ángel? Antes creía que sí.
Ahora, no estoy tan seguro.
Vale, a estas alturas seguro que te planteas el dejar de leer. Ahora estás pensando en si tendría que ingresar en el manicomio, ir a un psiquiatra, o yo qué sé que más cosas horribles… Pero, lo cierto es, que no necesito nada de eso.
Necesito volver a ser… yo. Caminar de nuevo entre ángeles.
Este sitio acabará conmigo, tarde o temprano… Sé que lo hará. Ya empieza a consumirme. Porque tengo un encargo, y no sé si soy capaz de llevarlo a cabo. Aunque me cueste admitirlo, tengo miedo. Y ya lo sé… Ya lo sé. Si soy un ángel, ¿cómo es que tengo miedo? ¿Y por qué no soy humilde y no acepto que lo tengo?
Tantas preguntas… Tan pocas respuestas. Ni yo mismo lo sé. Siento no poder contestar.
Sólo sé que deambulo de acá para allá con una misión cada vez. Se podría decir que viajo por trabajo. 
Ahora… Ahora camino por las calles de Valencia. Es de noche; hace frío. Y yo me arrebujo dentro de mi cazadora. ¿Cómo es que siento frío? Se podría decir que he pasado demasiado tiempo lejos de la “Esencia”. Ahora siento como un mortal. Hablo como un mortal. Pienso y me tientan… Como a un mortal. Pero, no. No soy mortal. Nunca moriré. Aunque me atraviesen con la espada más emponzoñada que existe… Jamás dejaré la vida.
Porque yo no soy quien la da, no. Al contrario: soy uno de los que la quitan. Soy un instrumento del Creador. El encargado de hacer perecer lo que está marchito.
Sin embargo… Hace mucho tiempo que dejé de ser quien soy.
Meto las manos en los bolsillos de mi chaqueta de cuero. Son las tres de la madrugada, y de nuevo me encamino hacia una olvidada callejuela del casco antiguo de la ciudad. Otro pub. Otra copa. Otra muerte.
Allí está. Como otras tantas veces, le arrebato el alma a un cuerpo inerte, corrupto y marchito.
Y así, pasa otra noche. Pasa otra hora. Así,  por toda la eternidad. Ya no tiene sentido. Si no acaba mi cometido, ¿qué importancia tiene mi existencia?
Otro día, otro amanecer. Y el tiempo no se detiene jamás para mí. Soy un ángel condenado. Siempre el mismo amanecer. Siempre los mismos rayos de luz. Para mí es todo igual. Siempre seré un ángel exterminador.
Por siempre, siempre jamás.
Ya nada tiene sentido. Todo está condenado. Tarde o temprano, por mis manos pasará.
Así que, qué más da que me veas tarde o temprano. A fin de cuentas, no vas a vivir eternamente. Yo sí…
Yo sí.
Cada vez estoy más cansado de la rutina. Necesito vacaciones.