martes, 31 de julio de 2012

Océano

Océano. Peligroso amante. Enemigo ardiente. Conocido en el que aún no nos hemos adentrado. Antagonista de la razón, amigo de los sueños, e infiel compañero de amor. 
Aguas que acunan la irrealidad y la ficción, que nos llaman, y que nos envuelve con la embelesadora nana que canta con sus olas. 
Nos adormila. Nos hace perder la noción de la realidad para tenernos a su merced.
Nos confunde. Intenta causarnos curiosidad para que nos adentremos en él.
Y aún sabiendo todo esto, todavía sucumbimos al embrujo de sus turbulentas aguas verdosas. Al oír su llamada, acudimos desesperados al encuentro de la amante traicionera. Pero… ¿qué hacer? Somos piratas. En las venas no tenemos sangre, sino agua salada. El océano es nuestro, sin embargo, debemos pagar un alto precio por él. Acabamos por renunciar a todo lo que conocíamos, y huimos de nuestro antiguo hogar cuando el mar nos hizo hijos suyos. Por eso, cuando estamos perdidos… cuando nos faltan fuerzas para continuar, y nuestras esperanzas son pocas, debemos confiar en la marea. Pase lo que pase, suceda lo que suceda... ella nos llevará a casa.