jueves, 20 de enero de 2011

Compositoras que pasaron sin pena ni gloria.

Buenos días, gente. Esta entrada me ha venido a la cabeza gracias a un trabajo de música que terminé con una amiga el martes pasado (y lo que nos costó encontrar la información...). Ahora, como estoy un poquito aburrida (sigo enferma, y hoy no he ido a clase), voy a hablaros del papel femenino en el mundo de la música.


Lo primero que debo decir es que, en el mundo musical, el papel de la mujer quedó eclipsado por culpa de la hegemonía masculina, lo cual suponía un gran problema a la hora de componer y, sobre todo, hacer que esa composición llevase su propio nombre. Por eso algunas publicaban sus obras bajo seudónimos masculinos; un ejemplo (entre miles) es el de Jeanine Baganier, conocida como Freddy Anoka. 


Esto empieza a cambiar en el siglo XIX, cuando la mujer ya comienza a desempeñar papeles profesionalmente en el ámbito de la música, como cantante de ópera, por ejemplo.


Algunas, incluso, han llegado a ser galardonadas con el premio de la Academia de Bellas Artes de París; Yvonne Desportes, Berthe di Vito Delvaux, Rolande Falcinelli (que, aunque suene a Farinelli, no tiene nada que ver), Nadia Boulanger y Elsa Barraine son sólo algunas de ellas. 


Un párrafo de nuestro trabajo de música fue este, como resumen de todo el texto:

         A lo largo de la historia, se ha llegado a conocer el nombre de unas 5000 compositoras femeninas. Algunas de ellas utilizaban pseudónimos masculinos para poder publicar sus obras. No solo se han concebido compositoras europeas, también han destacado algunas árabes o africanas. A lo largo de los siglos XIV y XVI ha habido grandes genios de la música entre ellas; algunas destacadas podrían ser Ana Bolena, María Estuardo o María Antonia Walpurgis, muchas de ellas nobles. De origen sueco fue la primer mujer en componer una sinfonía para órgano, Elfrida Andrée. Chiquinha Gonzaga fue la primera en dirigir una en Brasil. Y aún hay más de ellas, aunque la historia no se detiene a nombrarlos, hubieron miles y talentosos silencios femeninos.



Ahora que ya he saciado mi apetito, me retiro. ¡Nos leemos!