domingo, 9 de noviembre de 2014

Paradoja

Me dijeron hace tiempo que la vida hay que vivirla, porque, de lo contrario, no tendría nada que escribir. Me dijeron que no desistiera, y que fuera yo misma, pero fueron los primeros en no quererme así. Si ser valiente es un pecado, y no serlo, es inmoral, a la hipocresía del humano no busquemos el final. Pues quienes fueron los cobardes de no quererme siendo así, serán los que luego, cuando brille, vengan a mí.
Por eso hay que querer a quien te quiere como igual, sin reservas ni prejuicios, tan sólo siendo natural. Quienes te vieron invisible son los que valen la pena, y así comprendemos que el resto es del viento la veleta. Quienes cambian contigo, quienes que mejoran en tu honor, esos valen la pena, no aquellos que desearon tu condena.

Y si crees que avanzas a duras penas, y que el miedo te hará abandonar, recuerda que hubo alguien que te quiso como nadie, que te quiere y te querrá. Pues esos son los verdaderos amigos, los que, cuando creíste que no había nada en ti que valiera la pena, que tuviera sentido, en ti encontraron a una persona que alumbró sus caminos, y por eso, sólo por eso, entenderás que los hipócritas decían la verdad: que la vida hay que vivirla, que no hay que desistir, que sólo siguiendo tu camino serás capaz de alcanzar un fin.

Contigo

Con tu historia y tu guitarra, y tu ajetreada vida. Con la sombra del desconcertante devenir que se avecina. Con tus idas y venidas, con tu nervios y sonrisas. Con tus penas y alegrías lidiadas con valor. Con tu amor a la bondad y tu odio al odio. Con tu grandeza de espíritu. Con tantos años caminados, tantos, que sobreentiendo que eres mío. Con la intriga del futuro, con el comienzo de un turno… Será contigo, y sólo contigo, con quien me atreva a descubrir el mundo.